La hierba de Santiago, Senecio jacobea, es una planta muy común en terrenos abiertos, prados, arenales, cunetas de carretera, dunas,etc por lo que es muy fácil encontrarla en muchos puntos de la Península. Este tipo de plantas, al igual otros miembros de la familia Asteraceae, presentan altas concentraciones del alcaloides (moléculas derivadas de aminoácidos y con una estructura similar a la efedrina o cocaína).
Este tipo de compuestos tienen efectos tóxicos en animales siendo la ingestión de estas plantas peligrosas para el ganado. La planta aprovecha estas substancias nocivas originadas por su propio metabolismo para protegerse contra herbívoros y hongos patógenos que se alimentan de ella.
Sin embargo las orugas de la polilla Jacobea, Tyria jacobaeae, se alimentan sin problemas de la planta reduciendo o inhibiendo su floración. La oruga y por tanto la polilla acumula estos alcaloides en su organismo transfiriéndole un sabor desagradable para sus predadores potenciales. Los llamativos colores (bandeado negro y naranja) transmiten ese mensaje de peligro (“no me comas”) a sus predadores.