La Oruga de la Procesionaria (Thaumetopoea pityocampa) es una plaga bastante abundante en muchos pinares y debe su nombre a las procesiones que organiza por estas fechas, cuando sale de los nidos donde ha estado instalada cómodamente todo el invierno. La necesidad de alimentarse y la llegada del buen tiempo les anima a bajar del pino en que vivían para buscar otros árboles que colonizar y devorar sus hojas. De esta forma alcanzarán el tamaño necesario para la transformación en mariposas y podrán reproducirse durante el verano.
Como son muy torpes en el suelo se organizan en filas y cada oruga sigue muy de cerca a la que tiene delante. Cuando la primera encuentra el tronco de un pino todas suben detrás de ella y una vez arriba se reparten por las ramas para comer los brotes más tiernos del sufrido árbol. Si por alguna causa la cadena se rompe la oruga que no encuentra a otra delante de ella asume el mando de la expedición y conduce a sus compañeras en el camino. Ocurre que a veces esta nueva guía se topa con el trasero de procesión de orugas y se coloca a continuación con toda su gente que le sigue.
Las procesionarias de la imagen son dos cadenas que se han fusionado aunque también podría tratarse de una misma fila muy larga en la que después de dar una curva cerrada la primera se ha subordinado a la última. Sea como sea, el caso es que ellas no se van a enterar de lo absurdo de la situación y pueden pasarse todo el día dando vueltas en círculo hasta que el azar rompa la cadena. Una Abubilla (Upupa epops) que se coma un par de orugas puede desbaratar el círculo y provocar la creación de nuevas filas que tomarían por fin un rumbo distinto.