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¡Más madera!

Mucha gente piensa que cuando los árboles de hoja caduca están sin hojas es imposible distinguirlos. Pero esto no es así, en invierno podemos saber de que especie se trata observando con atención la corteza de un tronco. Está claro que las hojas secas del suelo pueden proporcionar muchas pistas, como también el entorno donde crece el árbol (la ribera de un río, unas laderas escarpadas, la huerta, etc).

Curiosamente la mayor parte del interior del tronco de un árbol es madera sin vida. La corteza también está formada por células muertas ya que a medida que se produce el engrosamiento del tronco, las células se desgarran y se interrumpe el suministro de agua y nutrientes hacia los tejidos más externos. Hacia el interior las células del tronco mueren gradualmente al quedar incomunicadas por colapso, formando la albura y el duramen que son las partes más duras y apreciadas de la madera. La parte más importante del tronco está justo debajo de la corteza y se llama cambium.

Los ejemplares de Arbol del Paraiso (Eleagnus angustifolia) generan corteza a los pocos años de vida, ya que crecen muy rápidamente. Sin embargo, la Acacia de Tres Espinas (Gleditsia triacanthos) también crece a gran velocidad y en ocasiones no empieza a formar corteza hasta llegar a 10 años de edad. Esto se debe a la capacidad de las células de su epidermis de crecer por dilatación y acomodarse al aumento de grosor del tronco.

La corteza de muchas coníferas alcanza importantes grosores y, en ocasiones, se desprende a tiras como en el caso de la Arizonica (Cupressu arizonica). Una especie de hoja caduca que desprende bastante corteza es el Plátano de Sombra (Platanus hispanica).

La corteza cumple importantes funciones de protección frente a patógenos, hongos y pérdida de agua por evaporación. Además las cortezas de la mayor parte de los árboles no arden bien y ofrecen cierta protección frente al fuego. Cortezas extremadamente gruesas como la del Alcornoque (Quercus suber) protegen eficazmente contra las heladas. Destacar el caso del Eucalipto, que desprende abundante corteza de fácil combustión y propicia feroces incendios.

También puede determinarse la especie a partir de un simple trocito de madera aunque se trate de un carboncillo quemado en una hoguera o incendio, pero de eso ya se hablo en La chopera y su madera.

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