Cuando el río suena agua lleva y cuando lleva tanta agua como ahora no para de sonar en todas partes. Y, como cada vez, se proponen como únicas soluciones dragar el río y levantar escolleras. Hay otros países que ya cometieron estos errores y ahora apuestan por la solución natural de ceder al río el espacio arrebatado para que constituya la llanura de inundación, que en caso de necesidad absorberá el exceso de caudal.
Como una imagen vale más que mil palabras, he confeccionado unas cuantas para intentar explicar de forma amena la diferencia entre un río con llanura de inundación y otro totalmente encauzado con escolleras. En este segundo caso además se ha reducido de forma drástica el bello y rico bosque de ribera y hay edificaciones en la zona de inundación.
La lámina de agua de color azul representa el nivel normal del Ebro o cualquier otro río. La lámina naranja es el nivel en situación de crecida y se observa que el río engulle los sotos y las plantaciones de chopo o cultivos de la ribera. Desde la ciudad es todo un espectáculo y los agricultores pueden tener muchas pérdidas que deberán ser generosamente compensadas tras la retirada de las aguas y la evaluación de daños. Así es la vida y así son los muchos ríos mediterráneos. No hay que olvidar que estas avenidas enriquecen la tierra que inundan y las desembocaduras que llenan de materia orgánica.
En esta otra situación se han levantado escolleras y defensas a orillas del río para contenerlo y mantenerlo encauzado. El bosque de ribera se ha reducido notablemente y se levantan edificaciones en la arrebatada llanura de inundación. En caso de fuerte crecida la ausencia de bosques de ribera y el encauzamiento provocan al río, que busca sin descanso fisuras en las escolleras. Tarde o temprano las sobrepasa y entonces los daños causados por la inundación son mayores ya que llevando el mismo caudal el nivel de las aguas puede ser mucho más elevado.
Corte del perfil de un río encauzado, con escolleras y poblaciones muy cercanas al cauce. Un río de 100 metros de anchura representa una tubería de 600 metros cuadrados de superficie cuando el nivel del agua asciende a 6 metros de altura. Una crecida que no quepa en esta tubería buscará salidas y puede provocar importantes inundaciones y daños en las poblaciones cercanas.
Corte de perfil de un río con su correspondiente llanura de inundación, sus bosques de ribera y las poblaciones a una distancia prudencial y respetuosa. En este caso la tubería es de 800 metros cuadrados de superficie con sólo 4 metros de altura. Esta situación permite el paso de un mayor caudal mientras que el nivel del agua no pasa de los 4 metros, quedando lejos de provocar daños en las poblaciones cercanas.
La tendencia actual es crear escolleras y encauzar el río pero sólo donde hay dinero. Con este panorama son los pequeños núcleos poblacionales los que sirven como llanuras de inundación. ¿Que baja una avenida histórica que inundaría Zaragoza?. No hay problema, tenemos a Pradilla y otros pueblos que nos sirven como llanura gigante de inundación para que se chupen la riada reconcentrada. Lo malo será cuando se harten y se hagan unas buenas defensas bien altas. Entonces el problema pasará a otros que estén más abajo. Y así hasta que el río sea una acequia gigante perfectamente paralelo a la maldita farsa de la GR-99.
Para terminar, que ya no son horas, os dejo un gran artículo de opinión de Pedro Arrojo, uno que sabe de mucho aguas, nos libró del trasvase, es el primer español Premio Goldman de Medio Ambiente y dirige la Fundación Nueva Cultura del Agua. Entre tanta tontería es un alivio leer el periódico y descubrir que también hay un hueco para voces con cabeza.
Pincha sobre la imagen para ampliarla que así no vas a leer más que el título.