Muchas especies de árboles como la Falsa Acacia (Robinia pseudoacacia) o el Árbol del Cielo (Ailanthus altissima) pueden regenerar brotes a partir de las raices que dan lugar a nuevos pies de árbol. En el ejemplo tenemos el árbol A1 con una edad inicial de 1 año y al cabo de 30 años es un gran árbol (A30). Supongamos que A50, el mismo árbol con 50 años de edad, regenera a partir de sus extensas raices un pequeño bosquecillo a cuyos nuevos pies de árbol llamaremos B1.
Siguiendo con la misma dinámica, cada uno de estos nuevos pies de planta crecerán hasta B50 y podrán regenerar otros tantos nuevos pies de planta a los que llamaremos C1 en su primer año. El ciclo puede repetirse muchas veces y cada vez el grupo de árboles ocupará mayor extensión. Incluso pueden llegar a formar un bosque.
La paradoja, si existe, viene a continuación porque los pies de planta (B1) regenerados por el primer árbol cuando era adulto (A50) presentan exactamente el mismo ADN que el original. Por lo tanto todos estos clones deben ser considerados el mismo individuo y entonces C1 es en realidad el individuo original A1. Aunque el pie original A desapareciese hace tiempo no ha muerto ya que C1=B50 y B50=A100. Jóvenes arbolitos de 1 año de edad conservan el ADN del ejemplar del que proceden, nacido hace 100 años.
De esta forma podría decirse que la edad de algunos individuos árboles no tiene límite ya que pueden rejuvenecerse eternamente a partir de brotes por las raíces. Estos nuevos pies de planta no mueren al morir el pie que los produjo ya que las células no recuerdan su edad y en teoría los árboles no envejecen en sí; lo que envejece es la estructura que forman y cuyos conductos (xilema y floema) acaban colapsándose o cediendo al ataque de las enfermedades.
¿Tienen estos árboles vida eterna?.