Un canchal es una zona de acumulación de piedras. En Mezalocha las piedras de los cortados rocosos de la parte superior se fracturan por gelifracción (congelación del hielo en las grietas) o incluso por la presión que ejercen las raíces y troncos de la vegetación. Estas rocas, que pueden ser pequeñas piedras o grandes bloques, caen rompiéndose en más pedazos y rompiendo las rocas ya acumuladas al pie de los cortados.
Todo el conjunto de de piedras de un canchal se sigue fragmentando por erosión y gelifracción. Si el canchal continua recibiendo aporte de roca comienza a crecer y el peso hace que se termine derramando ladera abajo, aunque esto también depende de la pendiente. Las piedras apiladas ocultan el sustrato fértil y las plantas no logran colonizar este mar de rocas. Algunas estacionales consiguen crecer en los bordes del canchal pero el matorral acaba siendo arrastrado y sepultado por el lento pero continuo fluir de la roca.
A pesar de lo inhóspito que es un canchal para la mayoría de las plantas, el Almez (Celtis australis) no sólo lo coloniza si no que además consigue crecer totalmente recto y desarrollar uno de los portes arbóreos más impresionantes de la península ibérica. También es cierto que muchos almeces mueren aplastados en terribles desprendimientos pero tienen gran capacidad de rebrote.
Su madera dura y flexible les permite soportar el empuje de las rocas y cicatrizan muy bien de las heridas por impacto de las piedras que corren ladera abajo. Una de las ventajas de un canchal es que al acumularse las rocas en las zonas más deprimidas de la ladera, también son puntos de mayor humedad que la periferia. La ausencia de competencia de otras especies vegetales es otra de las ventajas de vivir en un canchal.