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En el aljibe de La Higuera

Foto 1.- Entorno del Aljibe de La Higuera

El agua está limpia y el aljibe lleno al 80 %. Hay nadadores (Notonecta glauca) y un Cernicalo Vulgar (Falco tinnunculus) y dos Chovas Piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) apostados en la paridera. El monte está tranquilo y hay algo de viento aunque hace un calor agradable, con unos 20 grados de temperatura.

Se oyen pajarillos (verdecillos y jilgueros) y alaúdidos, pero apenas se ven. Pueden estar posados en piedras o arbustos u ocultos entre la vegetación del suelo. Se ven bastantes insectos como mariposas o abejas y moscas. Bajo una losa caliza hay una concentración de unos curiosos escarabajos coloreados que no reconozco.

Además me ha parecido oir un chillido agudo al levantar la piedra. Creo que hay un topillo o musaraña. Han salido algunas arañas huyendo y cochinillas y bichos de bola. Hay bastante humedad en el suelo.

Una Collalba Gris (Oenanthe Oenanthe) en un muro de yeso y una Urraca (Pica pica) en las ramas de un esquelético Ailanto (Ailanthus altissima) parecen esperar turno para beber. Estoy en el coche, a tres o cuatro metros del aljibe. Decido dar un paseo y darles una oportunidad para saciar su sed.

Foto 2.- Entrada de la cueva de una tarántula (Lycosa tarantula)

Cuando vuelvo de un ameno tomillar la Urraca ya no está. Por el camino me cruzo con dos Tarántulas (Lycosa tarantula) desconfiadas que no quieren salr de su agujero. Intento engañarles, simulando un insecto atrapado, con un palito pero estas enormes arañas son también muy sabias y casi ninguna araña del secano intenta atacar a un animal más grande que ellas. Si sufre un percance que la deje con menos de ocho patas, sus habilidades cazadoras, trepadoras y tejedoras pueden verse mermadas y con ello su supervivencia.

El aljibe no parece especialmente peligroso aunque es de paredes lisas y sin rampa o escaleras de salida. Tan sólo hay una especie de escalera metálica apoyada en un lateral, que podría tratarse de una vieja barandilla.

A través del agua verdosa pero de asombrosa transparencia se ve el fondo limpio y sin cadáveres de fauna.

En la parte alta de La Muela casi todos los aljibes son circulares. A veces son muy pequeñitos pero siempre de más de dos metros de profundidad y sin escaleras. Si a eso se suma medio metro de muro se entiende que muchos animales que caen aquí no puedan luego subir y queden encarcelados en medio del secano.

El Aljibe de la Higuera tiene juncos donde pueden posarse pájaros pequeños y hábiles. Un sediento Cernícalo, sin embargo, podría caer al agua intentando posarse aquí. Las aves se ahogan muy fácilmente una vez que se empapan de agua el plumaje. Y son torpes para encaramarse a algo que flote, como suelen hacer topillos y culebras en las mismas circunstancias.

De todas formas, las posibilidades de escapar de un aljibe como este son tan remotas que la mayoría de los animales mueren de hambre o tostados al sol subidos en cualquier cosa que flote.

El milagro para ellos puede venir de las nubes . Una lluvia torrencial llenaría el aljibe hasta hacerlo desbordar y muchos animales atrapados saldrían por los sumideros de agua. El problema es que el agua podría entrar con tanta fuerza que ahogaría a todo el que no fuera de vida anfibia. Bueno, culebras y fardachos (Lacerta lepida) son bastante buenos nadadores. A estos últimos les he visto incluso bucear, resistiendo largo tiempo bajo el agua.

En algunos aljibes no es necesario que llueva tanto y las plantas que crecen cerca del borde han ido descolgándose hasta tocar el nivel medio del agua. Por los entramados de ramas pueden trepar y escapar incluso los resistentes y tozudos sapos corredores (Bufo calamita).

Foto 3.- Enorme macho de Sapo Corredor (Bufo calamita)

También una acumulación excesiva de capitanas (Salsola kali) puede facilitar la escalada de muchos otros animales.

A las vigilantes Chovas se les ha terminado la paciencia y han entrado directamente y gritando a la paridera. Una de ellas ha salido a vigilar mientras canta un Perdiz Roja (Alectoris rufa). Es muy probable que esten en plena faena de crianza de sus pollos o incubando los huevos. Ahora una Chova viene volando hacia mi mientras la miro. Pasa a tres metros de altura y cinco de distancia de la posición donde estoy, bordeando el aljibe. Planea a ras de suelo aprovechando el suave viento y asciende a una loma. Grazna unas cuantas veces como indignada y se marcha.

La vida es intensa en torno a los aljibes. Son como oasis para el secano. Lástima que también hacen de cementerios de animales en muchas ocasiones. Sin embargo creo que el balance global es positivo y suponen un gran beneficio para la vida del secano y la estepa.

Si tan sólo se mejorasen un poco para hacerlos más accesibles a la fauna este efecto oasis se vería reforzado. Cuesta más trabajo enterrar un aljibe que arreglarlo para hacerlo compatible con la vida animal. Es una pena que no se hace ni lo uno ni lo otro. La práctica más común es abandonarlo. Una infraestructura relacionada tan directamente con el agua jamás debería abandonarse.

A veces la inversión más mínima puede bastar para transformar un pozo seco, donde conejos y culebras mueren al sol, en un aljibe lleno de agua, donde acuden a abrevar las ovejas y los sapos cantan y crian.

En un aljibe de Valmadrid bastó cavar una zanja superficial para unir una bajante de agua con otra de pinta más caudalosa que bordeaba el aljibe. Después de años de permanecer seco, el aljibe se encharcó en las siguientes lluvias. Un par de topillos aparecieron ahogados. Al parecer vivían allí desde que quedaron atrapados y se alimentaban de las raíces de las plantas que crecían en el lodo acumulado y húmedo. Un tablón cruzado en el pozo hubiera sido suficiente para que estos hubieran podido salir. Desafortunadamente no había nada a mano para hacer de rampa o salvavidas.

Parece claro que el secano y muchas estepas han evolucionado junto al ser humano en las últimas décadas. Aves como la Chova Piquirroja y el Cernícalo Primilla (Falco naumanni) insisten en criar a su prole en tejados y muros de las parideras. El pastoreo con ovejas cambia el paisaje y ha creado un sinfín de variaciones de la estepa, aumentando la diversidad de ambientes aunque algunos son zonas degradadas. Al amontonar las piedras más gordas que molestan al tractor, los agricultores han fabricado sin saberlo excelentes refugios para la fauna reptiliana y anfibia, además de para los omnipresentes insectos y los roedores.

Los nuevos sistemas de vida humana parecen necesitar un uso de la tierra más radical cambiando el entorno drásticamente para construir enormes zonas urbanizadas que pueden tardar años en utilizarse pero donde ya no puede seguir exixtiendo la vida que antes ocupada esos espacios. El ecosistema se destruye de forma irreversible.

Conservar el ecosistema monegrino de secano implica conservar sus infraestructuras, tales como parideras, mases y aljibes, ya que las actuales comunidades animales que lo habitan dependen en gran medida de estas construcciones. También significa conservar la vida rural, la de los pueblos que ahora agonizan de población o se tornan más voraces que la propia capital del reino y venden su patrimonio para construir suelo industrial o urbanizar con adosados expres que se agrietan más deprisa que las viejas parideras. Nadie parece tener mejores ideas para conservar lo que tenemos y la excusa suele ser asegurar el trabajo de sus hijos, ya que el campo no parece ser un medio de vida rentable, aunque lo que comemos salga de él.

Ha pasado ya más de una hora desde que llegue al aljibe de La Higuera y me puse a observar y acabe divagando.

Foto 4.- Cultivos de secano y zonas de monte bajo de matorral de Romero

Los alaúdidos se oyen ahora más cerca y el viento casi ha parado. El cielo tiene ahora mejor color azul aunque hay bastante nubosidad. Si agudizo el oído se oyen perros en la urbanización del alto de La Muela. De todas formas creo que estoy más cerca de la carretera de Teruel y María de Huerva que de la de Madrid.

Me cuesta creer que a escasos 30 kilómetros haya 800.000 personas y otros tantos o más coches, teléfonos móviles y narices.

Tengo las manos sucias de podar la higuera. Muchas de sus ramas rozaban entre ellas y están dañadas. Otras ramas que estaban peor había sido mordidas por el ganado que acude a abrevar. Seguro que han sido las cabras porque pueden encaramarse a los somieres con alambre que hacen las veces de valla protectora para el árbol.

Al moverme un poco hago salir a un Mochuelo (Athene noctua) de un montón de rocas de yeso. A menos de 20 metros podemos haber estado horas sin percatarnos uno de la presencia del otro. Al menos yo no me había dado cuenta hasta ahora, pero es muy probable que el pájaro si me tuviera controlado, pues de estar atento a todo lo que pase depende su vida.

En el campo de al lado se oye el canto de una Alondra de Dupont (Chersophilus duponti). Son las 17:48. Cinco o seis repeticiones de su peculiar canto y se queda totalmente muda. El otro día un trozo de monte bajo se me antojo muy apto para que lo habitara esta especie pero no tenía constancia de su presencia aquí. Observo esta zona y me parece bastante degradada pero la densidad de matorral es idónea. Además, detrás de mi hay un tomillar que sí parece excelente. El paraje es bastante llano aunque en pediente y con algunos linderos abruptos. Los cambios de vegetación son bruscos y variados en los alrededores de la paridera.

Un cacho de monte atrás he visto Asnallos (Ononis tridentata). Junto con las higueras son para mi las plantas más asociadas a lugares interesantes del secano. La última vez que encontré una buena higuera en el secano de Muel, había una Lechuza (Tyto alba) habitando un mas cercano. Creo que estos árboles encierran algún misterioso atractivo que los hace ideales para fundar un asentamiento para muchas especies. Puede que sean los higos que ofrece en verano a quien la visite.

De bajada por el valle vuelvo a ver asnallos enormes, una curruca no se deja ver bien, una collalba gris se posa en una piedra y se oye el rumor del motor de un lejano avión.

Al llegar a la Tetilla de María me fijo en un gran molino que parece más cercano que los vecinos parques eólicos de Las Planas de María. Hoy no llevo prismáticos y no hay nada que me sirva de referencia para conocer el tamaño de este aerogenerador, aunque me recuerda al gigantesco aparato que ví el otro día en Jaulín. Un vigilante de prosegur me expulsó del lugar alegando que era propiedad privada aunque no existían carteles ni vallas que informaran o impidieran el paso. Además me pidió el DNI y examinar el maletero del coche. Sólo accedí a lo segundo, demostrándole que no había robado ningún trozo de molino.

Luego me siguió un rato, sospecho que para cogerme la matrícula. Puede que se le hubiera olvidado al principio. Parecía muy nervioso cuando me cerró el paso y bajo del coche. Olvidó meter punto muerto y la pickup se le caló con una brusca sacudida que le hizo tambalearse mientras bajaba del vehículo.

Ciertamente es un trabajo muy poco agradecido ese de pasarse toda la noche defendiendo un aerogenerador en medio del solitario monte.

Me acaba de pasar un ciclista. Es la única persona que veo desde hace dos horas. Así es la tarde en el secano si no hay trabajo. Si no hay nada que ver de fauna o flora se habla con los compañeros y si no hay con quien hablar se medita si no es momento de siestear.

Luego de un rato de levantar polvo con el coche y unas perdices por el camino, llego a los depósitos de agua de María de Huerva. El final del trayecto está cerca a no ser que cruce la civilización y suba a las planas de enfrente por caminos, pero no tengo tiempo suficiente y la tarde terminará en breve.

Grupos de gente caminan por el entorno mientras conversan. Desde el depósito veo una extraña construcción hundida. De no haber sucumbido esos techos no me habría percatado de que a la vez eran los suelos sobre los que crece vegetación. El depósito de agua también es plano y con relleno de grava y arena sobre el que crecen gramíneas, sedum y algún tomillo. Es curioso ver plantas en el techo de una construcción. Al refugio de algunas matas se ven viejos nidos de alaúdido y acumulaciones de excrementos que delatan que algún ave pasa aquí las noches muy bien protegida de los zorros y otros merodeadores nocturnos.

Foto 5.- Techos hundidos de una antigua edificación en María de Huerva

Estoy tan cerca del pueblo que casi leo los carteles de compraventa de pisos. Hacia el sur la visión es borrosa por las nubes pero la visibilidad permite ver mucho más allá de Muel. Quizá hasta Cariñena, aunque estoy demasiado bajo y un monte me oculta en gran parte.

Recuerdo que este escrito está pensado para la revista Montesnegros que la editan los ayuntamientos de Leciñena, Perdiguera, Farlete, Monegrillo, La Almoldam Bujaraloz y Pina de Ebro. Aunque pueda parecer que se me ha ido la pinza porque lo relatado sucede entre La Muela y María de Huerva, el texto es perfectamente válido para estas otras tierras con sólo cambiar los nombres de las poblaciones. La estepas y secanos de Aragón funcionan más o menos igual y esconden rincones únicos, a veces bajo un tamariz y otras tras una paridera. En todos hay aljibes, fardachos y pueblos con gente que trabaja para mantener la identidad de su pueblo. Aunque algunos lo hacen mejor que otros. El monte no entiende de límites de términos municipales aunque si puede limitarse con asfalto o por un regadio.

Sin duda estoy cerca de la civilización. La vegetación se degrada para dar paso a la erosionada tierra desnuda y el cemento. La mierda se apila sin que nadie la recoja. En el horizonte se ven rayas de brillo metálico surcando el cielo. La última Cogujada da paso al primer Gorrión, el pájaro favorito de los pueblos, junto con el tordo y la golondrina. Gente paseando y Tórtolas Turcas arrullándose en María de Huerva. Calles poco transitadas llenas de adosados en venta.

El próximo día me voy a Farlete, al sitio de la última vez donde había Buho Real (Bubo bubo) escondido en el Barranco del Mamut y el rinconcito donde encontré Adelfas y parras de uva en pleno monte monegrino. En Farlete sospecho que hay secretos puntos donde el agua circula por el subsuelo desde Alcubierre hasta Osera. Para camuflar este milenario y secreto flujo de líquido elemento, cientos de sabinas cubren la superficie.

Espero que a pesar de todo mi divagar haya quedado clara la idea que comentaba sobre la necesidad de mejorar y conservar los aljibes del secano, sus mases y parideras, el ecosistema de secano y estepario y todos los pueblos que lo forman y que a la vez forman parte de él.

Por cierto, la toponimia usada en este artículo es 100% inventada asi que no la busqueis en los mapas. Si quereis llegar a los sitios de los que hablo en el texto sólo teneis que coger agua y echaros al monte, mientras quede monte.

Foto 6.- Sabinares en Farlete

Artículo publicado en el nº 43 de la revista Montesnegros de Junio de 2009 (Año XVIII), patrocinada por los ayuntamientos de Leciñena, Perdiguera, Farlete, Monegrillo, La Almolda, Bujaraloz y Pina de Ebro.
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