A las cucarachas les mola mi casa.
Más concretamente la zona de las escaleras, cocina y pomponera (pomponera= dícese del espacio situado entre el hueco de la escalera y la cocina, separado por un tabique, donde el gato de la casa, Pompón, realiza sus necesidades areniles, come y bebe. También se puede usar ese espacio como escobero)
Las cucarachas son seres que a la mayoría de la gente le repelen. Yo formo parte de esa mayoría.
He analizado profundamente qué es exactamente lo que hace que una cuca me provoque un vértigo del músculo cardíaco y una intensa desazón en el plexo solar.
No es su forma, en realidad, las cucarachas son negras o marrones oscuras, tienen patas, antenas y su tacto es duro y no asqueroso (no queráis saber como lo sé, solo añadiré que fue involuntario).
No babean, no tienen pelos muy visibles como algunas moscas, abejorros y arañas, no suelen emitir sonido aunque me han dicho que «chillan», entonces, ¿que me produce tanto asco de ellas?
Su estampida.
Son las cuatro de la mañana, madrugada de verano, calor. Bajas a la cocina a beber algo, enciendes la luz y ¡zas! salen disparadas en mil direcciones (alguna osada hacia tus pies desnudos), y las descubres metiéndose por agujeros infinitesimales de las baldosas, entre los muebles, adentrándose mas y mas en los cimientos de tu casa.
Te imaginas un mundo paralelo al tuyo, caliente y húmedo, lleno de huecos entre la tarima flotante de los cojones y el cemento, donde ellas se han hecho fuertes y desovan a todo trapo. Donde generaciones y generaciones de blatta orientalis nacen y mueren sin cesar.
Nos hemos vuelto unos exterminadores sin escrúpulos pero, nuestras rutinas de asesinato a sangre fría de esos viles seres las contaré en otra entrega.
J
Entonces igual queréis ver «El Cuchitril de Joe».
Senda
Lo vi hace años. Ahora no recuerdo nada en absoluto de su trama, ya ves tu.