
Uno de los asuntos que más me preocupa en el huerto es la de disponer de una biodiversidad de fauna maximizada.
Cuanto mayor sea el número de especies presentes menor será el volumen de sus poblaciones y la posibilidad de sufrir plagas que desequilibran todo el sistema.
El año pasado introduje unos pocos ejemplares de rana que ya criaron y se están estableciendo cerca de los estanques.

Hay cinco estanques de escasas dimensiones para anfibios, peces e invertebrados acuáticos diseminados por el huerto.
Acuden a beber gorriones, tórtolas, estorninos, torcaces, mirlos, carboneros, herrerillos y petirrojos. En verano se suman las libélulas y caballitos del diablo y sirven de bebedero a las benditas abejas y todo el elenco de himenópteros.
Las tejas de barro tienen una triple función. Están colocadas para delimitar zonas que no deben ser pisoteadas por los niños y además dan refugio a ranas, arañas, cochinillas y algunos escarabajos.
La tercera función es para el control de caracoles sin venenos ya que en las épocas de más calor son su refugio predilecto. Resulta entonces muy sencillo hacer una batida y retirar algunos kilos de caracol de primera calidad.
Acaban en la cazuela de mi madre o algún amigo que se deleite sorbiendo conchas.

Los montones de piedras son otro gran sistema de refugios para fauna muy baratos de fabricar. Tan solo hay que apilar en un rincón poco frecuentado todas las piedras, ladrillos y cascotes sobrantes del huerto.
Aquí se instala la culebra bastarda, la de escalera y las encantadoras y útiles salamanquesas que controlan poblaciones de arañas, orugas y otros insectos.

Importantes también los grupos de plantas en flor cómo caléndula, romero, menta, lirios y cualquiera silvestre de gran producción de flores o frutos como malvas, senecios y dientes de león.
Atraen a fauna polinizadora de abejas, abejorros, mariposas y escarabajos y aseguran un huerto fecundo lleno de tomates y berenjenas.

Y por si todo lo anterior no es suficiente, también dispongo extensas zonas de abandono controlado donde especies más tímidas como el lución o la musaraña pueden llevar una vida completa.
En este caso se trata de una superficie tapizada de hiedra y sombreada por higueras y saúcos.