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Soto reclamando su parcela

Sorprende como un bosquete tan pequeño puede esconder una construcción en una huerta tan llana y sin apenas arbolado. Entre campos de alfalfa,a orillas el Ebro, hay un grupo de álamos blancos con alguna morera espontánea.

A medida que uno se interna en el bosquete, se encuentra ruinas de edificios agrícolas y escombros que están siendo engullidos por la vegetación al estilo templo de Ta Prohm, pero en versión ribera baja del Ebro.

Al no existir tejado que oculte el sol es fácil para la morera ocupar el espacio atravesando una ventana con una rama.

Este álamo blanco parece que vaya palpando la pared hasta encontrar un lugar por dónde puede sortearla.

En este detalle se puede observar como el roce con la pared en de viento causa daños en la rama, lo que no impide que la misma continue su desarrollo con cierto vigor.

Las ruinas no son un estorbo a la vegetación. De hecho protegen contra el viento y crean zonas donde la humedad perdura más tiempo. Una gran variedad de especies vegetales intentan asentarse en estos lugares compitiendo hasta por crecer entre tejas rotas del suelo.

Además fauna de todo tipo también encuentra en lugares como éste muchos rincones interesantes.

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