Desde que compré la furgoneta no he podido llenar nunca más de medio depósito, pues la gasolina se salía misteriosamente por algún lugar. Además en verano era frecuente el olor constante a gasolina evaporada.
Armándome de valor y con algunas instrucciones y manuales, que son escasos para según que tareas, he conseguido subsanar dos errores que provocaban estas pérdidas, cada día más costosas por el incremento constante del precio del combustible.