Este hermoso paisaje marciano ha sido fotografiado en la cara oculta de las estepas de Muel-Épila, un lugar misterioso cercado por la autovía mudejar y la A-2 Madrid-Barcelona.
A pesar de que los parques eólicos han invadido las cotas más altas, sobreviven el Águila Real y el Buho Real. Pueden verse casi todas las esteparias excepto la Avutarda aunque es posible que se esconda en algún rincón. Quedan todavía Mochuelos y Lechuzas y es frecuente ver Ganga ibérica y Ganga Ortega acudiendo a las balsas a beber. Hay Sisón (o sisote), mucho Alcaravanes y grandes bandos de Chova Piquirroja sobrevuelan el territorio. Es zona de paso y descanso del Buitre Leonado y muy cerca, en las vales de María, he detectado incluso la presencia del Rocín o Alondra de Dupont (me resisto a lo de ricotí).
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Foto 1.- Entorno del Aljibe de La Higuera
El agua está limpia y el aljibe lleno al 80 %. Hay nadadores (Notonecta glauca) y un Cernicalo Vulgar (Falco tinnunculus) y dos Chovas Piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) apostados en la paridera. El monte está tranquilo y hay algo de viento aunque hace un calor agradable, con unos 20 grados de temperatura.
Se oyen pajarillos (verdecillos y jilgueros) y alaúdidos, pero apenas se ven. Pueden estar posados en piedras o arbustos u ocultos entre la vegetación del suelo. Se ven bastantes insectos como mariposas o abejas y moscas. Bajo una losa caliza hay una concentración de unos curiosos escarabajos coloreados que no reconozco.

Un canchal es una zona de acumulación de piedras. En Mezalocha las piedras de los cortados rocosos de la parte superior se fracturan por gelifracción (congelación del hielo en las grietas) o incluso por la presión que ejercen las raíces y troncos de la vegetación. Estas rocas, que pueden ser pequeñas piedras o grandes bloques, caen rompiéndose en más pedazos y rompiendo las rocas ya acumuladas al pie de los cortados.

Una medida muy interesante contra la fragmentación del hábitat sería aumentar el número de ribazos o lindes en los campos y ampliar la anchura de los mismos a un mínimo de 3 metros. Por cultivar hasta el último milímetro se tiende a minimizar estos pequeños ecosistemas reconcentrados y sólo abundan cuando el terreno está aterrazado a causa de la pendiente. Los beneficios de un mayor número de ribazos más amplios son muchos para la fauna y también para reducir la erosión y aumentar la capacidad del terreno de retener la humedad del suelo. Además podría controlarse muy bien la expansión del ribazo plantando las especies arbustivas adecuadas, para no verse tentado a realizar limpiezas anuales a base de tirar de fuego.
Lentisco, Efedra, Coscoja, Romero, Retama y Sabina Negra son algunas especies que se desarrollan muy bien en ribazos y proporcionan a la fauna cobijo y alimento. Esta es una medida que debería interesar a ecologistas, ganaderos y cazadores e incluso a los agricultores, ya que la reducción de la producción a causa de la disminución del área puede ser despreciable e incluso no producirse. El asunto de la reducción en la subvención por una menor área cultivada no debería preocupar, además de que podría darse otra subvención en concepto de mejora sustancial del hábitat a los agricultores que cuiden y mimen a sus ribazos.