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El padre de todos los Fardachos

Esta tarde he rescatado de un aljibe de La Muela uno de los Fardachos (Timon lepidus) más enormes que he visto en los últimos años. Su cabeza era descomunal.

Normalmente los despisto con una mano y los capturo con la otra, o me coloco frente a ellos para que me miren y sutilmente deslizo mi manaza para poder agarrarlos por la nuca.

Pero los Fardachos de esta talla no se dejan engañar con estas técnicas. Siempre atentos y con unos reflejos casi eléctricos, lanzan su mordida en el momento justo igual que la mosca que despega siempre antes de ser aplastada.

Me he llevado una mordida sobre la uña del pulgar con arrastre de pellejo y moratón a tocateja. Si me lo miro ahora mismo, me duele. Nunca un Fardacho me hizo tanta pupa.

No obstante, recordaré a todos o aviso para el que no lo sepa que los Fardachos son inofensivos y no atacan. Sólo plantan cara cuando no les queda más remedio y se ven acorralados o en manos extrañas. Es comprensible.

No ha querido posar para la foto y tampoco tenía yo muchas ganas de marearlo para no llevarme otra mordida. Además sus dientes pueden quedar dañados por los tirones y a veces tardan varios minutos en soltar el bocado.